Que viva el fútbol

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martes, 26 de julio de 2011

Historia en números

Breve historia de la organización de los torneos de A.F.A
"No habrá, o mejor dicho no habría, más dos campeones, sólo uno” - anunciaba Don Julio por noviembre de 2010 - “El torneo son las 38 fechas, las que valen. Diecinueve es muy corto, está produciendo una pasión desmedida. Todos quieren estar en la pelea y no están los que más convocatoria tienen y más problemas tenemos".


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Entonces salía de la “Honorable” Cámara de Diputados, donde había sido citado a declarar por el asunto de los barrabravas que viajaban en avión: "Hay barras bravas trabajando en los clubes. Se meten y luego no los pueden sacar."

Ríver no se había ido a la B (“sí hijo, antes irse a la B era el infierno"), las Promociones no habían dejado saldos y el tibio debate pasaba (sólo) por la “emparejada” competitividad, las distorsiones de un criticado sistema de promedios y las ventajas deportivas que los torneos cortos implican para los (devaluados) equipos grandes y/o chicos.

Si bien este tipo de torneos (cortos) propicia campeones de racha (6 o 7 victorias lo catapultan) que después hacen papelones en la Libertadores, dan dos festejos (campeones) en vez de uno, coincide el receso con la apertura de pases en Europa y aparece como más igualitario entre sus competidores, las opiniones en su contra se fueron sumando.

Y así como deviene el fin de un ciclo (de 40 años) en la organización de las selecciones nacionales, el inverosímil descenso de Ríver en tiempos de “Fútbol para todos”, televisación omnipresente, sponsors desmesurados, agendas sobrecargadas y un paradigma político federal, se planea un fuerte golpe de timón que se sumaría como último eslabón en una cadena de cambios organizativos de nuestro fútbol.

Un recorrido por nuestra historia organizativa de torneos oficiales nos cuenta que entre 1931 y 1966 se jugó siempre igual: 16, 18 o 20 equipos a dos rondas con un campeón y uno, dos o ningún descenso (que se inició en 1937 y se anuló en 1948, 63, 64, 65 y 66).

En 1967 se dividió el asunto en dos torneos anuales: Metropolitano y Nacional (que incluyó a los equipos del interior, indirectamente afiliados a AFA). Ese torneo Metropolitano fue, en realidad, el primer torneo corto de nuestra historia.

Empezado el 3 de marzo y finalizado el 6 de agosto, se jugó en dos zonas (todos contra todos), con cuadrangular final y se lo llevó Estudiantes de La Plata jugando 24 partidos (13G 7E 4P), siendo la primera vez en la historia que no campeonó un (denominado) grande.

En 1970, viendo que la reforma no daba buen espectáculo (crecían los sistemas defensivos para clasificar entre los 14 primeros que iban al Nacional), se dispuso el torneo Metropolitano en una sola zona, todos contra todos a una ronda.

En 1971 se alargó el Metropolitano para volverse a jugar todos contra todos, a dos rondas (agregando dos descensos para totalizar 4).

En 1985 volvió a cambiarse la organización. Adiós Nacional y vuelta al torneo largo, pero ahora a tono con el calendario europeo, de agosto a julio del año siguiente “para que los equipos puedan salir a recaudar de gira” (?).

1990 fue la nueva bisagra. El torneo se dividió en dos: Apertura 1990 (del 20 de agosto al 22 de diciembre) y Clausura 1991 (del 22 de febrero al 30 de junio). El campeón, Newells Old Boys, salió de la final entre los ganadores de cada torneo y se llamó campeón del Torneo Integración 1990/91.

Desde entonces, hace 20 años, venimos viendo los dos torneos anuales, Apertura y Clausura, equivalentes a cada una de las rondas de los torneos largos (que entre otras sorpresas nos mostró a Lanús y Bánfield campeones y a Ríver descendiendo de categoría).

De algún modo, Don Julio avisaba que “que 20 años no es nada”, y se sospechaba que se cambiaba para volver. Pero parece no ser así. Por primera vez se estudia el ascenso automático de 16 equipos a la Primera División (o el descenso instantáneo de 20 equipos). Resulta que nunca antes la televisión digitaba el asunto y menos amenazaba con la HD, que la AFA ni imaginaba un proyecto de señal (TV) propia y que pocos sospechaban la aparición de un gobierno de tamañas profundidades antiliberales.

Fuente: La pelota no dobla

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