El 20 de febrero de 1981, Diego firmaba su incorporación a préstamo al Xeneize por una cifra millonaria. Fue, sin dudas, la transferencia más resonante de la historia del fútbol argentino.
Todos con Diego. La hinchada de Boca, el día del debut de Maradona ante Talleres. Nacía el idilio entre “La 12” y el “10”. // Foto: La Voz del Interior
Daniel Guiñazú, especial desde Buenos Aires
Hace treinta años exactos, Diego Maradona firmaba contrato con Boca y el fútbol argentino vivía una de las mayores conmociones de su historia. Fue, sin dudas, el pase del siglo 20. La transferencia más novelesca, espectacular y de ribetes más increíbles de todas las que se llevaron a cabo a lo largo de 80 años de profesionalismo.
Empezó como una venta directa de Argentinos a Boca por 10 millones de dólares, una “bicoca” para los tiempos que hoy corren, una fortuna inmensa para aquel entonces. Terminó siendo un préstamo hecho de apuro que incluyó dinero en efectivo, cheques sin fondos y seis jugadores de Boca como parte de pago.
Antes de que Diego se calzara la camiseta azul y oro, el 22 de febrero de 1981, frente a Talleres, en una Bombonera rugiente como muy pocas veces, y aportara, de penal, dos de los cuatro goles con los que Boca goleó por 4 a 1 (José Omar Reinaldi marcó el único gol albiazul), hubo una historia llena de detalles que pocos recuerdan y que muchos prefieren dejar enterrada en el olvido.
Eran tiempos, aquellos, de grandísimos números diez: Norberto Alonso (River), Ricardo Bochini (Independiente), Mario Zanabria (Boca), Carlos Babington (Huracán), el uruguayo Juan Ramón Carrasco (Racing Club), Carlos Ángel López (Vélez), Daniel Valencia (Talleres) y Roberto Gasparini (Racing). Pero Maradona, en 1980, con sólo 20 años y la fresca prepotencia de su genio, sus gambetas y sus goles, los había pasado por encima. Ya era, sin dudas el mejor de todos, en la Argentina y en el mundo.
Su actuación en 1980 había sido gloriosa. Los hinchas, sin distinción de equipos, llenaban canchas sólo para deslumbrarse viéndolo jugar. En el Metropolitano que ganó River, condujo a Argentinos al subcampeonato y fue goleador del torneo con 25 tantos. Y en el Nacional, que logró Rosario Central tras ganarle la final al Racing cordobés, otra vez resultó el máximo artillero, con 17 goles, y alcanzó un récord casi imbatible: ser goleador de cinco torneos consecutivos.
En un domingo legendario, en la cancha de Vélez, Maradona le marcó cuatro a Boca y a Hugo Orlando Gatti, quien en la semana lo había desmerecido diciéndole que era “un gordito”. Tras esa derrota por 5 a 2, y luego de dos años muy malos en los que no peleó ningún campeonato y se quedó fuera de la Copa Libertadores, Boca entró en proceso de rearmado.
Además, habían llegado a su fin dos ciclos históricos: el de Juan Carlos Lorenzo como técnico y el de Alberto J. Armando como presidente. Martín Benito Noel era el nuevo titular xeneize y nuevos vientos soplaban en la Ribera.
Hasta allí, la política de refuerzos había sido sensata: se había designado como DT a Silvio Marzolini en lugar de a otro símbolo, como Antonio Ubaldo Rattín, y se habían hecho muy buenas incorporaciones (Miguel Brindisi, Marcelo Trobbiani, Carlos Morete, Osvaldo Escudero y el uruguayo Ariel Krasouski). Pero faltaba algo más, que se puso en marcha cuando en una nota que él mismo le pidió al diario Crónica, Diego pronunció la frase mágica: “Quiero ser jugador de Boca”.
La negociación
A los dirigentes boquenses no les quedó otra que hacer una oferta por su pase, aun sabiendo que no contaban con el dinero y debían buscar inversores. El dueño de un diario de Buenos Aires les puso sobre la mesa los diez millones de dólares necesarios para concretar la operación y hasta cerró personalmente con Diego y su representante, Jorge Cyterszpiler, los términos del contrato.
Pero debió retirar la oferta cuando otro diario con el que competía todas las tardes tituló en primera página que la Dirección General Impositiva investigaba el origen de los fondos con los que Boca compraría a Maradona.
En ese momento, los dirigentes de Boca sintieron que se les abría un cráter debajo de los pies. Millones de hinchas en todo el país ya lo veían a Diego con la camiseta de Boca y no tenían forma de dar marcha atrás. De allí que hubo que armar, a las corridas, una nueva ingeniería financiera, descartar la compra definitiva y negociar un préstamo.
Entre el viernes 13 y el viernes 20 de febrero, no se habló en la Argentina de otro tema que no fuesen las peripecias del pase de Maradona a Boca. Diarios, revistas, radios y noticieros de televisión armaron equipos especiales para seguir el tema y tener la primicia conmovedora.
La revista El Gráfico quiso ir más rápido que todos y antes de un partido que Argentinos jugó en Mar del Plata frente a la selección de Hungría por un torneo de verano en el que también participó Talleres, intentó armar una foto de tapa con Diego sosteniendo una camiseta de Boca.
Entendiendo que esa imagen podía derrumbar las negociaciones, Maradona se negó a hacerla. Pero en el túnel, antes de salir a la cancha, tres compañeros extendieron la camiseta delante de él y, sin que Diego la tocara, se hizo la foto y la revista tuvo su tapa.
Fue ése, el del sábado 14, el último partido de Maradona con la casaca de Argentinos. El jueves 19, y tras agotadoras negociaciones en las oficinas que José Steinberg, ya fallecido representante de Carlos Monzón, tenía frente al Monumental de River, Boca y Argentinos cerraron un acuerdo trabajoso: dos millones y medio por el préstamo de Diego hasta el final del Mundial de España, los pases definitivos de cuatro jugadores (Carlos Randazzo, Osvaldo Santos, Carlos Salinas y Eduardo Rotondi), otros dos a préstamo por un año (Mario Zanabria y Miguel Bordón) y el pago de deudas que Argentinos tenía con la AFA y con un banco por 1.500.000 dólares.
El viernes 20 al mediodía, Maradona firmó su contrato ante las cámaras de Canal 13, que le había comprado a Boca los derechos para transmitir la ceremonia en vivo. Por la noche, jugó desgarrado un amistoso en la Bombonera entre Argentinos y Boca, un tiempo para cada equipo.
Dos días más tarde, disputó su primer partido oficial ante Talleres y le hizo a Héctor “Chocolate” Baley sus dos primeros goles, de penal, con la camiseta azul y oro. Una semana después, Instituto tuvo mejor suerte en su visita a la Bombonera e igualó 2 a 2. Era el final de una historia de película, la de su pase. Y el comienzo de otra, la de su campaña en Boca. Será imposible olvidarlas.
No pudieron pagarlos
River no se quedó atrás. Y ante el espectacular impacto que significó el pase de Maradona a Boca, viajó a Valencia y repatrió en 4 millones de dólares a Mario Alberto Kempes, el gran héroe del Mundial ’78 y el único jugador capaz de compensar la repercusión de la llegada de Diego.
Sin embargo, las dos operaciones, beneficiosas en lo deportivo, terminaron siendo ruinosas para los clubes.
El cambio de las condiciones económicas tras la ida de José Martínez de Hoz y la llegada de Lorenzo Sigaut a Economía bajo la presidencia de Roberto Viola, disparó el precio del dólar, hasta allí subvaluado, por lo que las tesorerías ambos clubes se vieron imposibilitadas de cumplir con las condiciones pactadas.
Boca no pudo afrontar los pagos comprometidos al cerrar el préstamo de Maradona y a fin de año, lo devolvió a Argentinos que no lo pudo utilizar porque Diego quedó concentrado con la selección que jugó el Mundial de España. River tampoco pudo pagarlo a Kempes y lo reintegró al Valencia luego de haber ganado el Nacional de 1981.
Informe: Mundo D La Voz del Interior
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