El partido ya está suspendido, pese a las intenciones de los jugadores de Rivadavia de persuadir al árbitro para que se siga jugando
CRONICA DE LA SUSPENSION
Una larga espera en vano
(Juan Miserere)
Una larga espera en vano
(Juan Miserere)
Después que cayó la bomba de estruendo en cercanías de la posición del árbitro asistente Sergio Devita, se esperó alrededor de media hora por su recuperación para poder disputar los 45 minutos que faltaban por jugarse.
La bomba no explotó encima del pergaminense, sino a no menos de cinco metros, motivo por el cual en primer lugar se esperaba un rápida recuperación. Sin embargo, fueron corriendo los minutos y la situación del asistente iba empeorando pese al pedido desesperado de los jugadores y cuerpo técnico de Rivadavia, que rogaban por la continuidad del encuentro.
No deja de ser llamativo que Devita no lograra ningún tipo de recuperación a pesar del tiempo transcurrido, ya que simplemente se había visto aturdido por la explosión. Luego de ser atendido por el médico del club local, en un momento parecía que el integrante de la terna arbitral se sentía mejor, inclusive lo hicieron caminar varios metros dentro de la cancha, porque en un primer momento aseguraba no poder desplazarse.
Pero Devita, que está excedido de peso y físicamente no está en condiciones de dirigir un partido de estas características, estaba decidido a no jugar el segundo tiempo. Por eso el árbitro Lapeyre se vio obligado a suspender el encuentro.
Tras meterse en el vestuario, fue trasladado en ambulancia hacia una clínica local, donde se le hicieron estudios para constatar el grado de lesión que presentaba. A todo el estadio le sorprendió que, casi una hora después, el asistente seguía sin poder desplazarse con normalidad.
De todos modos, haya exagerado o no Devita, no hay que perder de vista que fue un hincha de Rivadavia el que más perjudicó a su club, arrojando una bomba de estruendo dentro del campo de juego.
La bomba no explotó encima del pergaminense, sino a no menos de cinco metros, motivo por el cual en primer lugar se esperaba un rápida recuperación. Sin embargo, fueron corriendo los minutos y la situación del asistente iba empeorando pese al pedido desesperado de los jugadores y cuerpo técnico de Rivadavia, que rogaban por la continuidad del encuentro.
No deja de ser llamativo que Devita no lograra ningún tipo de recuperación a pesar del tiempo transcurrido, ya que simplemente se había visto aturdido por la explosión. Luego de ser atendido por el médico del club local, en un momento parecía que el integrante de la terna arbitral se sentía mejor, inclusive lo hicieron caminar varios metros dentro de la cancha, porque en un primer momento aseguraba no poder desplazarse.
Pero Devita, que está excedido de peso y físicamente no está en condiciones de dirigir un partido de estas características, estaba decidido a no jugar el segundo tiempo. Por eso el árbitro Lapeyre se vio obligado a suspender el encuentro.
Tras meterse en el vestuario, fue trasladado en ambulancia hacia una clínica local, donde se le hicieron estudios para constatar el grado de lesión que presentaba. A todo el estadio le sorprendió que, casi una hora después, el asistente seguía sin poder desplazarse con normalidad.
De todos modos, haya exagerado o no Devita, no hay que perder de vista que fue un hincha de Rivadavia el que más perjudicó a su club, arrojando una bomba de estruendo dentro del campo de juego.
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