Que viva el fútbol

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domingo, 13 de febrero de 2011

Dep. Merlo 1 - Unión 1

Empató 1 a 1 en Buenos Aires
Unión se puso traje y Merlo lo llevó al barro

Por Enrique Cruz (h)


La escenografía no era la habitual. Cancha chica y angosta (por lo menos, 8 a 10 metros menos que el 15 de Abril, de largo, y 5 metros menos de ancho), un largo paredón en un costado y tribunas que parecían prefabricadas detrás de los arcos. Lejos de la capital (a unos 40 kilómetros), la cancha de Deportivo Merlo es menor que cualquiera de los escenarios de la B Nacional —inclusive contando algunos del interior, el de Huracán de Tres Arroyos, por ejemplo— que se construyen a pulmón y dentro de las escasas posibilidades económicas. No es intención alguna faltarle el respeto a Deportivo Merlo; todo lo contrario, se reconoce y valora el esfuerzo por llevar a cabo una más que digna campaña en el máximo torneo de ascenso. Pero aquello que describió con crudeza el técnico Felipe De la Riva durante la semana, cuando habló de un presupuesto de 170.000 pesos (casi tres veces inferior al de Unión), de condiciones no muy cómodas para trabajar (“mi viaje al entrenamiento diario dura una hora y veinte, más o menos”) y de un club “muy humilde, con una infraestructura inferior al de la categoría deportiva”, se pudo observar claramente. ¿Y cuál fue la respuesta de Unión frente a eso?, la de un equipo que se sintió siempre incómodo, tanto con la cancha como con el rival.

Hablando de De la Riva, habrá que decir que su planteo fue excelente. Conocedor de las virtudes de Unión —lo vio el viernes pasado ante Ferro, en Caballito— armó una línea de cinco defensores en el fondo. ¿Para qué 5, si Unión juega con uno solo delantero neto?, sería el interrogante. Y es por lo mismo que el propio técnico de Merlo señaló y que venimos insistiendo a través de las distintas opiniones que vertimos en El Litoral: Unión es un equipo que suma gente de atrás al ataque con mucha convicción, llegada al área y poder de definición. Por eso, De la Riva armó un esquema en el que abrió a Sequeira y Almada para que hagan una marca a presión sobre Velázquez y Montero. La consigna fue no dejar que los volantes laterales de Unión jueguen y lleguen por sorpresa. Cumplida esa premisa, dejó a los otros tres defensores para que controlen a Rosales y Quiroga, más una línea de tres volantes que jugaron juntitos, sin abrirse demasiado (Ramiro López, Leonel García y Lemos), sobre todo para taparle la posibilidad de salida a Pablo Pérez.

Unión se encontró con la posibilidad de adelantarse en la cancha pero no tanto con la de controlar el partido a través de un mejor juego. El partido salió como lo quiso Merlo, de dientes apretados, de mucha fricción y pocos espacios. La cancha lo ayudó al local, pero también fue determinante que Unión no haya contado con esos fundamentos técnicos y tácticos que lo distinguieron en los cinco partidos anteriores que iniciaron la racha positiva luego de la derrota como local ante Belgrano.

Sin espacios y con poca claridad para quebrar el esquema cerrado del rival, Unión empezó a sufrir el partido. Una desconcentración defensiva le permitió a Delgado —de cabeza y en una jugada de pelota quieta— convertir el 1 a 0 parcial que parecía demasiado premio para Deportivo Merlo si se tiene en cuenta que el local jugó más pensando en el rival que en sí mismo, casi como si hubiese sido visitante en su cancha. Pero tampoco Unión acumulaba méritos para quebrar un 0 a 0 que parecía inmodificable —salvo un error— y se convertía en un fiel reflejo de lo muy poco que acontecía en la cancha.

Primer punto de los refuerzos
No debía pasar mucho tiempo para que Kudelka moviese el banco. Merlo metía poca gente en ataque porque prefería encimar en su propio terreno. Y Unión tenía cuatro defensores, de los cuáles ninguno de ellos —llámese, sobre todo, los marcadores de punta— aportaban algo en función ofensiva. Entonces, dispuso el ingreso de Soto Torres por Zurbriggen para darle un poco más de compañía a un Rosales que se había estacionado por izquierda en el primer tiempo y que deambulaba por el centro y sin encontrar la pelota en esos primeros minutos del segundo. Y después se dio el ingreso de Fioretto por un Montero ya resignado a perder el mano a mano con Almada. Y la cosa cambió, el partido se abrió un poco y las posibilidades de manejo crecieron a favor de Unión.

Daba la impresión de que el partido se podía inclinar a favor de Unión. Pero este Merlo, sacrificado y reconocedor de sus carencias y limitaciones, siguió metiendo hasta el minuto 90 como si estuviese jugando “la final de la copa del mundo”. Y Unión pasó a depender de alguna jugada individual (Soto Torres hizo una maniobra estupenda que no pudo ser capitalizada por Zárate) o de la picardía de Fioretto para ir a pescar una pelota al área de Capogrosso y convertir así el empate definitivo, que le queda bien al partido.

¿Qué le quedó a Unión?, algunas conclusiones: 1) que el empate sirve y suma; 2) que se encontró con un rival que le cerró caminos por los costados y lo complicó; 3) que el equipo debe entender que no siempre se puede jugar y que a veces hay que estar preparado para “pelear” los partidos. Todo lo demás sigue tan bien como antes: el equipo ha marcado un camino por el que debe seguir transitando, por más que se encuentre con este tipo de obstáculos
 
Síntesis


Deportivo Merlo: Darío Capogrosso; Juan Bravo, Maximiliano García, Daniel Delgado; Diego Sequeira, Leonel García, Damián Lemos, Mauricio Almada; Ramiro López; Matías Conti y Oswaldo Blanco.

Unión: Alejandro Limia; Santiago Zurbriggen, Nicolás Correa, Juan Avendaño, Juan Pablo Cárdenas; Fausto Montero, Pablo Pérez, Sebastián Vidal, Jorge Veláquez; Paulo Rosales; Matías Quiroga

Goles: en el primer tiempo, a los 46 min. Daniel Delgado (D.M). En el segundo tiempo, a los 24 min.  Nahuel Fioretto (U)

Cambios: Matías Soto Torres por Zurbriggen; Nahuel Fioretto por Montero y Leandro Zárate por Quiroga (U).  Pablo Rodriguez por Blanco; Guillermo Pereyra por Lemos y  Gabriel Ferro por Sequeira. (D.M)

Arbitro: Diego Ceballos


Fuente: ellitoral.com

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