Que viva el fútbol

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jueves, 4 de diciembre de 2008

Recuerdos de un gran equipo (parte I)


La Salle campeón en 1992
La primera gran alegría
Bajo la dirección técnica de Frank Darío Kudelka, La Salle logró el único título que tiene en la máxima categoría de la Liga Santafesina de Fútbol.

Redacción de El Litoral

Fue un año especial para el torneo de la Liga Santafesina de Fútbol. En ese 1992 comenzaba a darse forma al torneo de ascenso. Se había estipulado de antemano que los seis últimos equipos del campeonato descenderían y pasarían a conformar el torneo de la B. Pero en los primeros planos había serios candidatos. En ese tiempo, Colón de San Justo era un equipo fuerte, acostumbrado a festejar títulos. Es más, en la temporada anterior había sido el campeón. Newell’s y San Cristóbal también eran protagonistas permanentes. Pero en ese año se sumaron Santa Paula de Gálvez y un sorprendente La Salle, que a fines del mes de octubre culminó un año brillante y dio la vuelta olímpica. Algo que quedó en el recuerdo de todos los lasallanos y que no será fácil de olvidar.
Sindicado hoy por sus ex compañeros como el cuasi capitán, Rodolfo Romero asumió la responsabilidad de narrarnos lo que significó, para él y para el equipo, aquel título conseguido.
—¿Qué te acordás de aquel título de La Salle?
—De aquel momento, muchísimas cosas. Por ejemplo, cuando entrábamos a la cancha había muchas cábalas. Uno de mis compañeros, a quien tengo acá al lado (Ricardo Ferreyra), se ponía a tararear la cortina de presentación de “Fútbol de Primera”. Otro era el arquero, Darío Sabena, que se colgaba del travesaño y decía en voz alta: “Bajamos la persiana”. Son cosas muy lindas para recordar.
—En este recorrido que hacemos con los campeones, siempre nos cuentan que la Liga era otra cosa antes. Sobre todo, en cuanto a la gran influencia del ambiente externo que tenían algunos partidos...
—Sí, eso es verdad, sobre todo con Santa Paula, con Newell’s o San Cristóbal. A esos partidos iba mucha gente; muchos conocidos nuestros, también, y eran muy picantes. Es lo lindo que tenía el fútbol de la Liga. Yo hace 8 años que no vivo más en Santa Fe y le he perdido el ritmo a la Liga. Pero era muy lindo ir a jugar esos partidos. Por la previa y por todo lo que estaba en juego, era espectacular.
—Todas las fichas apostaban en un momento a Santa Paula, pero el título fue de La Salle. ¿Cómo fue?
—Creo recordar que en el torneo siempre estábamos arriba Santa Paula y La Salle. Los pasábamos, nos pasaban, y así fue todo el año. Hasta que dimos el quiebre y terminamos ganando el torneo. Pero la verdad es que esa disputa fue espectacular, me encantó eso.
—¿Cuál fue el partido clave, en donde empezaron a sentir que no se les podía escapar?
—Yo creo que, por el grupo que teníamos, por la gente que nos seguía y por el técnico, yo lo empecé a sentir en la segunda rueda. Porque todos nos tenían muchísimo respeto. Colón, Unión, Santa Paula, San Cristóbal siempre hablaban de nosotros.
—¿En algún partido jugaron mal y consiguieron un resultado de esos que se suele decir “tuvo la suerte del campeón”?
—Yo creo que contra Newell’s. Jugamos muy mal en cancha de ellos y les terminamos ganando. Creo que ese partido fue para nosotros importante. Creo que ahí tuvimos la suerte del campeón. Siempre fue difícil ganar en esa cancha.

La vuelta que todos esperaban
“Gracias a Dios, a la vuelta la dimos en Cabaña, con San Cristóbal. Creo que ése fue uno de los peores partidos que jugamos, porque había muchos nervios. Hasta que hizo el gol “Curli’ Brasca, jugábamos bien. Pero después ya no veíamos la hora de terminarlo. Porque estábamos muy nerviosos, había muchísima gente, se nos cruzaba por al cabeza que quizás nos podían empatar. Pero La Salle se merecía algo así, como fue ganar ese campeonato”, dijo Rodolfo Romero.
—¿Cuáles fueron las claves?
—La unidad del grupo, por sobre todas las cosas. Terminaban las prácticas y nos quedábamos charlando, compartiendo cosas y, además, 3 ó 4 jugadores fundamentales como Brasca, Fernández, Grimaldi, que eran el sustento de todo el equipo. Pero, para mí, la unidad del grupo fue la gran clave.
—¿Sigue hoy esa unidad?
—Si, por suerte sigue; yo quizás soy el más alejado, porque desde hace algunos años vivo en España. Pero acabo de llegar, me contacté con varios de ellos, nos juntamos por esta propuesta del diario y seguro que vamos a cenar juntos en estos días.

Una anécdota.
Romero no pudo evitar hablar de las anécdotas: “Tengo una que, casualmente, recordamos hace poco cuando nos juntamos a tomar un café, y nos reíamos porque es imposible de olvidar. Teníamos al marcador de punta, el “Tato’ Gigena, y habíamos practicado toda la semana con Kudelka que, apenas empezaba el partido, sacábamos del medio y él picaba como puntero. El día anterior al cotejo, había fallecido gente cercana a nuestro club y pedimos que se hiciera un minuto de silencio. Entonces, el árbitro tocó el silbato y “Tato’ salió corriendo, para hacer la jugada. Resulta que era el minuto de silencio y ni se enteró, hasta que se dio cuenta de que nadie se movía y terminó haciendo el minuto de silencio en campo contrario. Todos nos reímos”.

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